top of page

Nuestra Espiritualidad

Entendemos por espiritualidad carmelitana una forma de sentir y vivir el evangelio desde determinadas premisas que nacen de la experiencia de los "grandes profetas" de la familia del Carmelo Descalzo: Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús, Edith Stein, como son: la experiencia de Dios que lleva a descubrir al Dios interior y a dar un sentido teologal a la vida; la experiencia cristológica, que lleva al Cristo histórico del evangelio; la experiencia de la Iglesia, como pertenencia y preocupación por el bien de la misma. 

Nuestra tradición mística nos cuestiona:

Nuestra tradición mística es nuestro pasado, nuestro origen. Es aquello que viniendo del pasado, nos define y nos da identidad, este origen no lo podemos negar. No puede haber carmelita que no sea sensible a los llamados que le vienen de su pasado, de sus santos.Desde el principio, la Orden del Carmen lleva dentro de sí esta doble tendencia: deseo de soledad, de oración, de Dios, de lo absoluto; y deseo de realismo, de servir, de seguir a la iglesia que se renueva, de estar al lado de los pobres. ¡Es la forma de ser fiel a sí misma La Orden del Carmen, cultivará fuertemente la fraternidad que será el resultado  de la escucha y meditación de la palabra y que conduce a humanizar la vida de sus miembros, a unir a la persona y a las personas entre sí a pesar de las divergencias; y llegar de esa manera  a ser presencia viva del Evangelio en el mundo.

¿Y a qué estamos llamados los carmelitas?

Los carmelitas estamos llamados a ofrecer medios que respondan a la sed de Dios que hay en el mundo actual. La espiritualidad carmelitana tiene inmensas posibilidades para responder a esta sed de Dios y para conducir a las personas de un modo más profundo en su relación con Dios, y por tanto con los otr@s.

Todas nuestras comunidades de vida apostólica y contemplativa, los religioso/as y laicos deberíamos empeñarnos en la tarea de vivir una experiencia espiritual evangélica y profunda.

Ya lo dijo en alguna ocasión el P. Camilo Maccise “A nosotros que queremos volver a lo esencial de su experiencia y de su doctrina, como sus hijos, Teresa de Jesús nos recuerda que debemos ser testigos de la presencia de Dios en nosotros, en las personas y en el corazón del mundo; que debemos vivir como hijos de la iglesia de nuestro tiempo; que estamos llamados a ser contemplativos en la realidad: a descubrir, como Ella, a Dios presente en nosotros, en los demás y en todos los acontecimientos y a buscar su voluntad en todas las circunstancias; a testimoniar una contemplación comprometida”.

La experiencia de Dios y el deseo de comunión con él, como testimonio y respuesta a la dimensión religiosa del hombre. La experiencia salvadora en Jesús, de una humanidad profundamente necesitada de purificación y liberación. La fraternidad de una comunidad teresiana como aporte característico a la aspiración social y relacional del hombre de hoy, siempre en búsqueda de comunicación y amistad. La visión teologal y cristológica del hombre. La contemplación del mundo desde Cristo crucificado y resucitado presente y operante en la historia, como actitud de esperanza creadora para los hombres comprometidos por un mundo mejor. La vida de oración como experiencia de la trascendencia, del Dios revelado en Jesucristo. El ascetismo como desprendimiento de lo superfluo y disponibilidad en favor de los seres humanos. La vida apostólica y misionera, son todos ellos expresión de la espiritualidad que nos constituye como Carmelitas Descalzos, y nos lanza al mundo como testigos de Aquel que ha dicho ser la luz de la humanidad.

1.jpg
bottom of page