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Una celda denigrante fue el lugar donde se concibió, en 1578, Cántico espiritual, uno de los mayores poemas de la literatura occidental. En ella permaneció encerrado fray Juan de la Cruz por querer reformar la orden de los carmelitas. Su carcelero le facilitó papel y tinta para escribir, así como aguja e hilo con los que el descalzo pudo coser mantas y trapos para fugarse, llevándose consigo el cuaderno con las primeras treinta y una estrofas de las «Canciones entre el Alma y el Esposo» que había compuesto en la noche de su encierro. 

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Las canciones, sobre todo la que los editores titulan "Cántico espiritual", es un aquilatado diálogo en un mundo de pastores, es decir, conjuga dos de las manías poéticas del momento, la del diálogo y la del cronotopos —el palabro viene de Batjin—• ideal en un mundo rústico.

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